lunes, 23 de agosto de 2010

La honra del apellido

La conmovedora historia de Julio de Caro. Su padre, don José, era un músico clásico orgulloso de su formación cultural pero que despreciaba la música popular. En la calle Defensa, a 20 cuadras de la Casa Rosada , instaló un conservatorio y un anexo donde se vendían instrumentos musicales y partituras.
Don José había diseñado para su hijo Julito un destino de médico y de gran concertista de guitarra. Pero el pibe, con los atorrantes del barrio y de pantalones cortos se escapó una noche al Palais de Glace a ver la orquesta de Roberto Firpo y quedó fascinado. A la madrugada, todos gritaban que toque el pibe, que toque el pibe y él también porque un tango se llamaba así. Hasta que un amigo le dijo: ”es a vos Julito, la gente pide que toques vos.” Recién cuando apoyó el violín contra su cuello su cuerpito frágil dejó de temblar como una hoja. La música maravillosa que produjo hipnotizó a todos con su belleza.
Cuando Julito regresó de madrugada lo estaba esperando su padre que lo castigó a vivir una semana en un rincón y a pan y sopa. Julito metió violín en bolsa. Su corazón se desgarraba ante cada reto de su padre que insultaba a esos vagos que tocan esa música bastarda, esas melodías prostibularias. Pero la magia del tango ya se había metido para siempre en el corazón de Julio de Caro.
Un día, el tigre del bandoneón Eduardo Arolas lo invitó a tocar en su orquesta y ese fue el final. Otra madrugada el padre de Julio lo esperó detrás de la puerta y lo echó de su casa: “Usted elige mocoso, la medicina, la guitarra y el concierto o esa porquería que toca con el violín. Usted me ha traicionado, ha deshonrado mi apellido”. Y Julio se fue vencido de la casita de sus viejos. Durante 20 años le envió cartas a su madre que nunca fueron respondidas.
Después de mucho sacrificio y pasar grandes privaciones económicas, Julio empezó a triunfar en todo el mundo. Les mandaba a sus padres los recortes de los diarios que hablaban de su genialidad y nada. Ni una línea a vuelta de correo. Por eso su mirada siempre estaba triste pese a que su crecimiento profesional fue caudaloso. El presidente Marcelo T. de Alvear se declaró su admirador.
De gira por Europa una noche tocó en un palacio de Niza ante cientos de bacanes. Alguien se levantó de su mesa, elegante con su smoking tan lustroso como su cabello y dijo: “Así como me reciben a mí les pido que reciban y escuchen a Julio de Caro”. Un presentador de lujo: era Carlos Gardel. Enseguida uno de los bailarines le pidió que repitiera el tango “El Monito”. Y luego otra vez. Y otra. De Caro no podía negarse a ese pedido de Charles Chaplin.
¿Qué extraño misterio arrabalero hacia disfrutar al genio de Chaplin de esa letra que dice “mi pebeta ya se fue/y nunca volverá/Tal vez irá rodando al cabaret/ buscando en su dolor,/ alivio de champán/olvido a mi desdén”. De Caro después tocó para el Aga Khan, para el príncipe de Gales, y fue pasión de multitudes. Se convirtió en un artista inmenso que marcó para siempre con su identidad la música de Buenos Aires. Pero sus padres seguían sin aparecer y la llaga de su corazón seguía abierta.
Paloma Efrom, Blackie, cantó en su orquesta. Edmundo Rivero también. En 1937, nadie quiso perderse el regreso triunfal de Julio de Caro al Teatro Opera.
Después de varias ovaciones, Julio se quedó un tiempo largo en el camarín esperando que se fuera el público para poder salir tranquilo. Pasaron dos horas y salió caminando por el pasillo del teatro apenas alumbrado por pequeñas lucecitas rojas. De pronto vio difusa dos figuras que se recortaban en la penumbra. Eran sus padres. Don José se acercó temblando hacia su hijo y después de 20 años le dijo, sin tutearlo: “Vengo a pedirle perdón. Usted hace una música de ángeles”. Y no pararon de llorar en un profundo abrazo. Julio de Caro en el medio de un reportaje que le estaba haciendo Pinky, con los ojos llenos de lágrimas, le dijo: “Viste que yo no deshonre el apellido, no lo deshonré”.

lunes, 16 de agosto de 2010

Cacho Castaña - La gata Varela

La gata Varela
Letra: Cacho Castaña
Música: Cacho Castaña
La Gata sale a cantar envuelta en adrenalina
y perfuma el escenario con inciensos y glicinas.
Con un código de tangos sin libros y sin escuela
Y te lo dice pintando con colores de acuarela.
Del mejor de los cantores tiene
la vieja enseñanza de callar cuando se debe
y de hablar cuando hace falta.
Gata mojada de lluvia que aligerando los vicios
sale a andar por las cornisas sin caer al precipicio.
Parece una atorrante cuando canta
Parece que se deja y no se deja
Te da la sensación cuando camina
Que en vez de una mujer, llegan dos minas.
Parece medio loca y que provoca
Porque el tango en su boca es un gemido
Parece que ya nada la convence
Parece saber todo de la vida
Parece, pero no es lo que parece, es una gata herida.
Los que cantan a los gritos seguiran siendo aprendices
Porque el tango no se canta
Porque al tango se lo dice con la pausa
y el silencio al que aluden los poetas despacito,
poco a poco para que entiendan la letra.
Cuando el público no escucha la Gata tiene el orgullo
de tener la mente fresca en el medio del barullo.
Yo tambien escribo y canto sin libros y sin escuela
despacito, poco a poco como La Gata Varela.
Parece una atorranta cuando canta
parece que se deja y no se deja
te da la sensación cuando camina
que en vez de una mujer llegan dos minas.
Parece medio loca y que provoca
porque el tango en su boca es un gemido.
Parece que ya nada la sorprende
Parece saber todo de la vida
Parece, pero no es lo que parece, es una Gata herida.

Rodolfo Lesica - No me hablen de ella

Rodolfo Lesica con la orquesta de Héctor Varela - No me hablen de ella

No me hablen de ella

Música: Jorge Moreira

Letra: Jorge Moreira


No gasten palabras ni pierdan el tiempo
hablándome de ella porque ella es mi amor.
Qué importa si viene de un triste pasado,
yo también regreso de un mundo de horror.
Soy hombre y me pongo en juez y culpable,
mil bocas mintieron porque yo mentí,
no puedo juzgarla porque yo he rodado
y sé lo que cuesta con honra vivir.


No me hablen de ella...
si vivo en sus besos un mundo mejor,
las cuatro paredes que encierran mis horas
son en su ternura un nido de amor.
No me hablen de ella...
porque es un pedazo de mi corazón,
la quiero y si un día precisa mi sangre,
mi sangre y mi vida por ella la doy.


No me digan nada, no manchen su nombre,
mañana es la vida, ayer se paso.
Si errar es humano, nos dijo el poeta,
perdonar es divino y esa es mi razón.
Ella es el puñado, mi credo y mi fe.
Por ella yo errante gorrión callejero
al besar su boca la jaula busqué.

Alfredo Belusi - Bronca

Alfredo Belusi - Orquesta de Osvaldo Pugliese - Sello: Philips Disco:82000 Matriz:7.1963


Bronca
Música: Edmundo Rivero
Letra: Mario Battistella

Por seguir a mi conciencia
estoy bien en la palmera,
sin un mango en la cartera
y con fama de chabón.
Esta es la época moderna
donde triunfa el delincuente,
y el que quiere ser decente
es del tiempo de Colón.

Lo cortés pasó de moda,
no hay modales con las damas,
ya no se respetan canas
ni las leyes ni el poder.
La decencia la tiraron
en el tacho 'e la basura
y el amor a la cultura
todo es grupo, puro bluff.

¿Qué pasa en este país,
qué pasa, mi Dios,
que nos venimos tan abajo?
¡qué tapa que nos metió
el año sesenta y dos!
¿Qué pasa?
¿Qué signo infernal
¿Qué signo infernal
lo arrastra al dolor?
Ya ni entre hermanos se entienden
en esta gran confusión...
Que si falta la guita...
Que si no hay más lealtad...
¿Y nuestra conciencia,
no vale eso más?

Refundir a quien se pueda
es la última consigna
y ninguno se resigna
a quedarse sin chapar...
Se trafica con las drogas,
la vivienda, el contrabando.
Todos ladran por el mando,
nadie quiere laburar.

Los muleros van en coche
Satanás está de farra
y detrás de la fanfarra
salta y baila el arlequín...
¡Es la hora del asalto!
¡Métanle que son pasteles!
Y así queman los laureles
que supimos conseguir.

Jorge Maciel - Recuerdo

Jorge Maciel, con la Orquesta de Don Osvaldo Pugliese - Recuerdo, grabada en 1966

Recuerdo
Música: Osvaldo Pugliese
Letra: Eduardo Moreno

Ayer cantaron poetas
y lloraron las orquestas
en las suaves noches del ambiente del placer.
Donde la bohemia y la frágil juventud
aprisionadas a un encanto de mujer
se marchitaron en el bar del barrio sud,
muriendo de ilusión
muriendo su canción.

Mujer
de mi poema mejor.
¡Mujer!
Yo nunca tuve un amor.
¡Perdón!
Si eres mi gloria ideal
Perdón,
serás mi verso inicial.

Y la voz en el bar
para siempre se apagó
su motivo sin par
nunca más se oyó.

Embriagada Mimí,
que llegó de París,
siguiendo tus pasos
la gloria se fue
de aquellos muchachos
del viejo café.

Quedó su nombre grabado
por la mano del pasado
en la vieja mesa del café del barrio sud,
donde anoche mismo una sombra de ayer,
por el recuerdo de su frágil juventud
y por la culpa de un olvido de mujer
durmióse sin querer
en el Café Concert.

domingo, 8 de agosto de 2010

Guillermo Galve - Tinta Roja

Música: Sebatián Piana
Letra: Cátulo Castillo

Paredón,
tinta roja en el gris del ayer...
Tu emoción
de ladrillo feliz
sobre mi callejón
con un borrón
pintó la esquina...
Y al botón
que en el ancho de la noche
puso el filo de la ronda
como un broche...
Y aquel buzón carmín,
y aquel fondín
donde lloraba el tano
su rubio amor lejano
que mojaba con bon vin.
¿Dónde estará mi arrabal?
¿Quién se robó mi niñez?
¿En qué rincón, luna mía,
volcás como entonces
tu clara alegría?
Veredas que yo pisé,
malevos que ya no son,
bajo tu cielo de raso
trasnocha un pedazo
de mi corazón.
Paredón
tinta roja en el gris
del ayer...
Borbotón
de mi sangre infeliz
que vertí en el malvón
de aquel balcón
que la escondía...
Yo no sé
si fue negro de mis penas
o fue rojo de tus venas
mi sangría...
Por qué llegó y se fue
tras del carmín
y el gris,
fondín lejano
donde lloraba un tano
sus nostalgias de bon vin.

Estela Raval - Pasional

Música: Jorge Caldara
Letra: Mario Soto

No sabrás... nunca sabrás
lo que es morir mil veces de ansiedad.
No podrás... nunca entender
lo que es amar y enloquecer.
Tus labios que queman... tus besos que embriagan
y que torturan mi razón.
Sed... que me hace arder
y que me enciende el pecho de pasión.
Estás clavada en mí... te siento en el latir
abrasador de mis sienes.
Te adoro cuando estás... y te amo mucho más
cuando estás lejos de mí.
Así te quiero dulce vida de mi vida.
Así te siento... solo mía... siempre mía.
Tengo miedo de perderte...
de pensar que no he de verte.
¿Por qué esa duda brutal?
¿Por qué me habré de sangrar
si en cada beso te siento desmayar?
Sin embargo me atormento
porque en la sangre te llevo.
Y en cada instante... febril y amante
quiero tus labios besar.
¿Qué tendrás en tu mirar
que cuando a mí tus ojos levantás
siento arder en mi interior
una voraz llama de amor?
Tus manos desatan... caricias que me atan
a tus encantos de mujer.
Sé que nunca más
podré arrancar del pecho este querer.
Te quiero siempre así... estás clavada en mí
como una daga en la carne.
Y ardiente y pasional... temblando de ansiedad
quiero en tus brazos morir.

Osvaldo Fresedo - RE - FA - SI